Ofrecer
una imagen con pocos trazos de lápiz es una labor preciosa que también requiere
ser precisa, por necesitar líneas firmes, seguras y bien situadas desde sus
puntos de fuga. Crear volumen, (en este caso, en el espacio vacío de un papel
en blanco) tiene sus reglas y dominios, no puede surgir de lo aleatorio ni del
sin sentido.
Un
dibujo a mano alzada es, bajo mi punto de vista, un primer intento de máxima
precisión y perfección, hacia un resultado lo más limpio posible, que debe huir
de tachaduras y de repeticiones innecesarias. Debe contener la máxima
disciplina a la hora de rayar con el lápiz.
Y
si además el dibujo se hace disfrutando, entonces el intento llegará lo más
lejos posible de forma armónica, anulando al vacío con sencillez y agilidad.
Proyecto de arquitectura efímera para
la Plaza Cirici Pellicer en Sarrià, Barcelona
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