El
mundo cambia, para bien o para mal, a medida que la sociedad evoluciona y se
desarrolla. Todo cambio siempre tiene un momento anterior que sirve como
referencia, se hace el presente mirando al pasado y así se va transformando
todo.
En
la arquitectura de interior, el “principio de transformación” también se basa
en el concepto de emular, con la idea de igualar o mejorar un diseño. Para ello
se recurre al estudio de un pasado o una experiencia realizada en otra obra
artística. No es copiar, puesto que se sirve de un modelo con una clara
estructura formal (un círculo, una cruz, un rombo…) y lo manipula, lo adapta hacia
otro resultado. Como ejemplos, puedo destacar el Museo de Arte Occidental de Tokio,
Japón (1957) y la Villa Saboya, Francia (1928) ambos edificios de Le Corbusier.
Pues
bien, cuando este arquitecto francés empezó a trabajar ambos diseños, los basó
en la estructura cuadrada, que fue entendida y captada para iniciar los cambios
sin llegar a destruir su esencia formal. Transformado el cuadrado, el resultado
ha sido una obra similar a otras pero totalmente singular.
Un
buen ejercicio típico para practicar este principio, y de hecho es uno
correspondiente al segundo curso de la asignatura de proyectos, sería diseñar
una casa partiendo de un cubo, por ejemplo.
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