Ahí estás. Suspendida tú, entre el
silencio.
¿Crees que ilumina tu luctuoso
esplendor
ese manto inquietante, vacío y oscuro,
al que te has aferrado desde un frío lugar?
Permaneces encendida e ingrávida
en lento movimiento de inercia y sin
voz
como perfumada de polvo estelar.
Mira: es aparente el infinito, engulló
lo imposible.
A veces ausente, siempre apenada. ¿Quién
te hizo mal?
Contempla tu mundo, que no es tan inmenso,
que no eres estrella del cielo
sino estrella perdida
en el mar.
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