En
una de mis anteriores entradas a este blog mencioné al arquitecto John Hedjuk
que, además, también escribía poesía. Pues bien, hoy quisiera dedicar estas
líneas a otro arquitecto, al francés Auguste Perret, que vivió el último cuarto
del siglo XIX y la mitad del XX. La razón que relaciona a uno con el otro está
en que los dos valoraban la poesía, le dieron un sentido a su trabajo
profesional.
Auguste
Perret dijo que “la construcción es la lengua materna del arquitecto; un
arquitecto es un poeta que piensa y habla en el idioma de la construcción”.
Dicho esto, me pongo a pensar en lo que significaba para este arquitecto
francés la “construcción” de un edificio. El convirtió la estructura de
hormigón armado en su idioma, quiso convertirla incluso en la parte vista y
ornamental de las fachadas, mostrándola con expresividad.
Fue
el padre del hormigón, el iniciador de la arquitectura moderna aunque diseñara
con mentalidad neoclásica y se aferrara a lo puramente académico. Y se
consideró un poeta, que pensaba y hablaba en ese idioma de los materiales constructivos
y su estructura que, cien años después, es la lengua materna de muchísimos
edificios que hoy están en pie.
Detalles constructivos de una
obra de hormigón