Resulta
curioso que un joven de treinta años, después de haber estudiado Derecho y
Económicas, se decida a ser artista. Eso fue lo que hizo el ruso Basili
Kandinski a finales del siglo XIX. Y no debió ser fácil, más aún cuando tuvo
que estudiar en una academia privada por que al principio no le admitieron en
la Academia de Arte de Munich. Parece mentira pero así fue.
Kandinski
siempre creyó en el color, incluso lo interpretaba de una manera muy diferente:
no era cuestión de rojo-cálido o azul-frío; él los relacionaba con los sonidos
y las notas de un piano, las mismas que aprendió de muy joven cuando recibió
clases de ese mismo instrumento y de violoncelo.
Después,
su interés por descifrar y desarrollar la pintura le llevó a escribir dos
libros, influenciado por las ideas
teosóficas de entonces cuyo criterio básico era que toda creación parte de un
punto. Así es como empezó a pintar colores entre puntos y líneas.
Huyó
de la Revolución rusa pues le recriminaban que su pintura era demasiado burguesa.
Y más tarde tuvo que abandonar la Alemania nazi, porque le acusaban de ser un
pintor degenerado. Es lo que tiene la política, que muchas veces se riñe con el
Arte.
Si
queremos ver su interesante y extensa obra, estará expuesta en Madrid, desde
estos días y hasta febrero próximo de 2016.
"El octubre colorista de Kandinski"
técnica a rotulador 45x33
No hay comentarios:
Publicar un comentario