viernes, 31 de julio de 2015

DESIERTO

Hoy me convertí en arena.
Ahora soy parte del tiempo y
mi vida se mece a su antojo.

El sol acecha cruelmente mi playa entre pinares.

Agitan la espuma de las olas
esos trémulos gritos de silencio
que surgen de mi mente,
por cada grano de arena y
por cada día que soy incapaz de abrazarte, de seguir amándote.

Me he convertido en arena y el sol viene a por mí.
Me abrasaré, no podré darte más cariño.
Perdóname, pues seré tan solo un desierto 
en mí hundirás tus pies, hartos y cansados.


"Desierto", imagen de arena tomada por mí.

miércoles, 22 de julio de 2015

CÚPULA



"Cúpula de Santa María de las Flores"
Acuarela, 45x30


Durante mis estudios de Arquitectura de Interiores, una de las asignaturas más amenas era Historia del Arte. En ella conocí ampliamente al pintor y arquitecto italiano Filipo Brunelleschi. Me fascinó su decisión para prescindir de una cúpula ojival gótica, propia de esos años, e impulsar algo nuevo. Gracias a él volvió el gusto por las cúpulas de la época romana y bizantina. Puede que se fijara bastante en el Panteón de Agripa y comenzara a dibujar, a pensar y a calcular, hasta que su talento le regaló una buena idea para aplicarla allí, en el encargo que le ofrecieron para la inacabada catedral de Santa María de las Flores de Florencia. Diseñó una nueva cúpula, magnífica, hermosa y perfecta, que marcó el inicio de la arquitectura del Renacimiento.

Porque, a pesar de su forma semicircular, en lugar de ojival, consiguió que fuera imposible que su gran peso amenazara el tambor octogonal de fábrica de ladrillo recubierto de mármol en el que iba a colocarse, pues las fuerzas vectoriales eran verticales, asentándose perfectamente sobre la base. Los cálculos matemáticos los dispuso con acierto al servicio del Arte.

Como esa cúpula no hubo otra, ni siquiera la diseñada por Miguel Ángel para la Basílica de San Pedro del Vaticano; fue él quien dijo: “la cúpula de Brunelleschi podría ser más grande, sí, pero no más bonita.”

Y no sólo eso, sino que es la imagen emblemática de la ciudad florentina.

viernes, 17 de julio de 2015

BIBLIOTECA

Ahí está. Un lugar tranquilo e inspirador donde se pasan las horas sin darse cuenta hasta que… les tienen que echar porque van a cerrar.


"Biblioteca"
Técnica a rotulador

lunes, 13 de julio de 2015

PENDE, VIDA

No sé cuánto tiempo más aguantaré esta situación —Dijo para sí varias veces. — Tarde o temprano todo cambiará.

Un amanecer inunda esperanza y luz  al día, así como un enamoramiento llena con mariposas e ilusión a la melancólica caja de la vida. Nadie se libra de esto. Y nadie  se libra de lo contrario.

Yo mismo he descubierto lo que pretenden hacer los Hombres sin Ojos. La caja de su vida y su amanecer diario cambiará para siempre, después de haber estado algún tiempo manteniéndose retenida por el dedo de la paciencia y la resignación. La vida pende de un hilo y con ella las esperanzas.


Los brujos y los seres malignos pervierten las vidas, las corrompen. Ellos desgastan y cortan las cuerdas que mantienen la felicidad, ellos son los que forman sogas para las horcas. Y ellos lo atan todo a la pesadumbre. Lo hacen para que el dedo de la firmeza se canse y ceda. Tened cuidado.


"Aguanta un poco más"
Lápiz sobre papel  36x50

domingo, 5 de julio de 2015

COMPENETRARSE




Pan y vino, técnica lápiz a color 29x21

Existe en este mundo algo muy curioso. Hace que algunas cosas se junten y que otras se separen, algo así como el magnetismo, con los polos iguales y opuestos. La comunicación hace posible que eso se genere, que aparezca esa extraña sensación de atracción o que, por el contrario, surja una nada que continúe manteniendo insensible a la mente.

Hay millones de personas en el mundo y entre ellas aún hay muchas que, bombardeadas por infinidad de ideas compartidas y por rápidas informaciones, mantienen sus mentes en permanente insensibilidad. Están dormidas. Y así dormidos están los que no leen, los que nunca visitan museos o los que huyen de lo trascendental, del sentimiento y del buen rollo.

Ahí está lo curioso, que no todos somos iguales; no todos miramos las redes sociales con el mismo ánimo ni todos son insensibles. Como el pan y el vino. Tan diferentes y ahí están los dos, compenetrados en la mesa para un mismo fin.


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