“Construir”,
tal y como suena, no suena con atractivo. Dicha así, esta palabra no es más que
un verbo, y además con tres consonantes, tan juntas como apretadas, que dejan
sitio a un diptongo creciente. Se pronuncia sin un resultado musical, que sí se
produciría en naranjos, madrugada o azul.
Una
vez más, el contenedor no es el contenido. El hecho de construir ya es algo que
despierta interés, es imaginación y grandeza. Y, puesto que es hacer algo
utilizando los elementos adecuados, es un acierto.
Construir
una casa, un avión o una bicicleta puede ser algo tan provechoso como grande es
construir una buena y amistosa relación laboral, una ciudad más próspera y un
mundo más civilizado.