viernes, 11 de noviembre de 2016

CONSTRUIR






“Construir”, tal y como suena, no suena con atractivo. Dicha así, esta palabra no es más que un verbo, y además con tres consonantes, tan juntas como apretadas, que dejan sitio a un diptongo creciente. Se pronuncia sin un resultado musical, que sí se produciría en naranjos, madrugada o azul.

Una vez más, el contenedor no es el contenido. El hecho de construir ya es algo que despierta interés, es imaginación y grandeza. Y, puesto que es hacer algo utilizando los elementos adecuados, es un acierto. 

Construir una casa, un avión o una bicicleta puede ser algo tan provechoso como grande es construir una buena y amistosa relación laboral, una ciudad más próspera y un mundo más civilizado.

sábado, 20 de agosto de 2016

EL MAR DESDE SAN ADRIÁN DE BESÓS




 
El mar visto desde la playa de Sant Adrià de Besòs


Quizás ahora sea el mar
quien distraiga vuestros ojos
confundiendo espuma y sal.

Quizás sea el viento de jaloque
quien embista a las olas de golpes muy cortos y
arrastre con ello un vapor salobre
acariciando los sauces y las cañas del río,
burlados los pinos del arenal,
para alcanzar vuestra juventud dormida entre frutales y cultivos;
en los campos olvidados de
San Adrián de Besós.

sábado, 30 de julio de 2016

RÍES



Llueven lanzas de oro y sal
convirtiendo al madero en roble.
Qué minúsculos los miedos
por esta senda larga e interminable.
Inmortal…
sigues cuerda.

¿Sientes la caricia de las ramas
en tu reposo de realidad?
Me hechiza tu olor a campo de espliego
cuando, dibujada en tu corpiño y
cubierta de organdí,
despliegas tu velamen.

Y ríes…
hasta despertar.

"Vela latina" boceto a carboncillo y rotulador

jueves, 30 de junio de 2016

ARTE BARROCO EN LA NUEVA POLITICA

Hoy, después de años y años trazando las mismas rectas, cuando la sociedad está en crisis y se da cuenta de sus desgracias, una parte de ella dice querer cambiar en lugar de mejorar. Y, lejos de ello, se empeña en dejarse llevar por la actitud barroca de la sensualidad, del instinto, del alejamiento de los esquemas rígidos y clásicos.
Entre los siglos XVI y XVIII, puente entre el Renacimiento y el Neoclasicismo, el arte intentó desligarse de los esquemas clásicos, de aquellos que se basaban en la razón perfecta, en los equilibrios de las formas básicas y de las expresiones puras. Lo clásico siempre había sido algo superior que se tomaba como modelo, digno para ser imitado, una referencia que servía para hacer otras del mismo orden. Se quiso romper con esas concepciones tan rígidas, conseguir unas expresiones más acentuadas, donde las sensaciones eran más importantes que la racionalidad.
De ese modo se trazaron sinuosas curvas donde antes había líneas rectas, se pensaba en elipses y hélices en lugar de círculos y cuadrados. Se dejó de pintar en caballetes para colorear al fresco, en los muros. Esa actitud aparentaba desear un resultado más sensual, más atractivo y, en definitiva, algo más propio del instinto humano.
Sillón barroco. Dibujo a lápiz y tinta.
Pero no se desarrolló del todo, no evolucionó de forma clara y terminó por diluirse y, una vez más, se volvió la vista atrás, a las fuentes clásicas y por consiguiente, a un “nuevo” clasicismo.
Aún y así, después de ser juzgado como decadente y corrompido, al arte barroco se le reconoció su lucidez y coherencia.
Los hombres y las mujeres crean, mantienen, innovan y, cuando todo parece inventado, vuelven a innovar o vuelven a reinventar. Si no se diseña nada nuevo, entonces se vuelve al pasado y se recuperan ideas de otras épocas. Moderno y antiguo se solapan.
Tiempos de hastío y de aburrimiento para esa parte de la sociedad que ha sufrido, que quiere cambiar, como el arte del barroco. Quiere dibujar elipses y parábolas, curvas sinuosas. Quiere camisetas-protesta y camisas arremangadas para luego colocarse corbatas, siempre haciendo curvas con atajos de apariencia.
El tiempo dirá si esta política barroca de hoy será como lo fue el arte del siglo XVII: aparentemente corrompida y decadente, aunque lúcida y coherente al final.

martes, 31 de mayo de 2016

NIÑA CHINA

"Niña china"
técnica rápida a lápiz de color, 42x30

Hoy por fin te he vuelto a ver
entre arrozales y té de hierbas

Nunca escondes tus virtudes
que el rojo siempre es tu color
te desprendes de tu Hanfu
mas luego de dragón te vistes.
Como un Qipao solemne y serio
coloreo mandalas al viento.

Más de nueve formas tienes ya y
no hay vida sin sufrimiento.

Ahora el deseo y la sed
son y serán siempre un porqué
un oso panda junto a un río
tierna como una flor de loto
que el verano dejó pronto
al calor de junio, su olvido.

Como cuatro nobles verdades
mi pagoda serás por siempre
allí cultivaré mi mente
mi ética y mi saber

con tu dulce disfrute, mi niña china.

jueves, 19 de mayo de 2016

TRANSFORMACIONES

El mundo cambia, para bien o para mal, a medida que la sociedad evoluciona y se desarrolla. Todo cambio siempre tiene un momento anterior que sirve como referencia, se hace el presente mirando al pasado y así se va transformando todo.

En la arquitectura de interior, el “principio de transformación” también se basa en el concepto de emular, con la idea de igualar o mejorar un diseño. Para ello se recurre al estudio de un pasado o una experiencia realizada en otra obra artística. No es copiar, puesto que se sirve de un modelo con una clara estructura formal (un círculo, una cruz, un rombo…) y lo manipula, lo adapta hacia otro resultado. Como ejemplos, puedo destacar el Museo de Arte Occidental de Tokio, Japón (1957) y la Villa Saboya, Francia (1928) ambos edificios de Le Corbusier.




Pues bien, cuando este arquitecto francés empezó a trabajar ambos diseños, los basó en la estructura cuadrada, que fue entendida y captada para iniciar los cambios sin llegar a destruir su esencia formal. Transformado el cuadrado, el resultado ha sido una obra similar a otras pero totalmente singular.


Un buen ejercicio típico para practicar este principio, y de hecho es uno correspondiente al segundo curso de la asignatura de proyectos, sería diseñar una casa partiendo de un cubo, por ejemplo.

sábado, 30 de abril de 2016

TUS LÁGRIMAS




No estés triste, reina del aire
Que tú eres grande y poderosa
Si sabes henchir los pulmones y las velas
¿cómo sueltas tu sonrisa y
me dejas morir atado a tus lágrimas?

viernes, 22 de abril de 2016

SI, RECORDAMOS A CERVANTES


Sorprende lo distinto que resulta todo en la vida según el contexto histórico con que lo veamos. ¿Qué diría ahora Miguel de Cervantes si supiera que en pleno siglo XXI todo el mundo le reconoce como el máximo exponente de la literatura castellana? ¿Qué cara pondría si supiera que aquella obra que escribió sobre un tal Don Quijote es hoy, después de la Biblia,  el libro más editado y traducido de la historia?

Si retrocedemos cuatro siglos atrás, veremos a un hombre de sesenta y ocho años, en su último año de vida, siempre dedicado a sus ocupaciones y a escribir. Él, cuya verdadera vocación era ser buen dramaturgo, se dio cuenta de que sus comedias, obras de teatro y entremeses que había escrito durante años, no serian tan valoradas como esa novela de aventuras que ideó cumplidos los cincuenta años y que publicó ocho después. No la consideraba su mejor novela y aún así despertó buena crítica. Sí, tal vez reconocía que era muy entretenida y un tanto peculiar, donde mezclaba drama, comedia y épica, salpicada de personajes que creó… ¡inspirándose en algunos familiares de su esposa!

Y es que pasó por tantas vivencias que no dudaba en plasmarlas en sus obras: porque fue soldado del rey Felipe II y sufrió la guerra, porque quiso ser funcionario del reino, comisario de abastos y recaudador de impuestos, porque fue secuestrado por piratas turcos, porque fue encarcelado un par de veces… sí, le pasó de todo.

La aventura le impulsó a escribir aquella novela sobre un soñador desfasado, anticuado y medio loco, mas no estaba pensada para ser su gran obra. Hay que tener en cuenta que escribió siempre, desde muy joven, empezando con poesía castellana y luego bebiendo del arte y del estilo que halló en poemas de caballeresca italiana, no sintiéndose nunca un buen poeta. Y tuvo que ser al final de sus años y casi sin saberlo, cuando presentó algo único: un realismo como estética literaria, una verdadera novela moderna.


No se creía un gran escritor. Y también se equivocaría si pensó, al morir, que lo enterrarían y ya está, como a todos, o que, después de enterrado, pocos te recordarán y ninguno te buscará.

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